lunes, 4 de marzo de 2013

Planes de Futuro



“Solo cerrando las puertas detrás de uno se abren ventanas hacia el porvenir”

                                              (Francoise Sagan)



Noto el sabor salado que dejan mis lágrimas cuando recalan por un momento en la comisura de mis labios antes de seguir su camino fugaz hacia el nacimiento de mi cuello. Lloro sin pudor ni vergüenza delante de mis amigas y supongo que es éso precisamente lo que me libera.

Estoy cansada. Estoy cansada y me alegro de que Sara y Elena sepan lo mismo que yo. Me alivia no haber tenido que contarles en profundidad la verdadera historia y que, a pesar de todo, ellas estén a mi lado, dispuestas a afrontarlo conmigo: a escuchar mis palabras o a respetar mis silencios.
 Después de todo de eso tratan las grandes amistades, de acompañar sin juzgar. Y me maravilla que ellas sientan eso por mí, yo que las he juzgado en tantas ocasiones...

Realmente no pensé que yo pudiera necesitar ayuda, ni aun en estos momentos. Estaba convencida de que podría solucionar mis problemas sola, como habitualmente. Sin embargo no ha sido así, y a cambio estoy conociendo la reconfortante sensación del apoyo verdadero y sin condiciones. Resulta infinitamente tentador dejarse arrastrar por la compasión bien entendida y ese compañerismo casi olvidado. Siento que mi carga es demasiado pesada para acarrearla yo sola, aunque se vuelve mucho más ligera cuando se reparte el peso entre espaldas diferentes y dispuestas.

Y si mi orgullo no es capaz de soportarlo...¡Que se vaya también!, ¡que desaparezca tras los últimos vestigios de mi matrimonio, ya que mi alma no necesita la estrechez de miras de una indigente emocional!

-No creo que sea posible saber con certeza y de forma global cómo iniciar una nueva vida- comienza Elena respondiendo a mi pregunta- Lo que, por lo menos para mí, resulta más sencillo es moldear lo abarcable, por ejemplo planificar el día de hoy y vivir en el presente-

-Sí- reconozco que tiene razón- pero es que en estos momentos no puedo tomar decisiones, me cuesta hasta pensar en qué puedo preparar para cenar-

Es cierto. Yo, que he presumido en todo momento de llevar las riendas de mi organizada vida, contemplo con indiferente distancia cómo los imprevistos se van colando con facilidad y en tropel por entre las ruinas de mi controlado y remoto pasado...

-Es muy difícil hacerle frente a la inseguridad- interviene Sara- Da miedo adentrarse en la negrura de un futuro que ni tan siquiera te planteabas, que no entraba dentro de tus objetivos de mujer organizada. Sin embargo tú cuentas con un arma poderosa...- calla con una sonrisa pícara y le imploro con la mirada que siga- Una extraordinaria disciplina que para mí la quisiera yo...-

-¡Y yo, y yo!- afirma categoricamente Elena

- Cumples los planes a rajatabla- continúa Sara- así que solo necesitas un programa a seguir.

-¡Ay!- suspira Elena- Si yo tuviera la mitad de autocontrol que Irene, a día de hoy me quedarían grandes sus pantalones más pequeños...- Se ríe. Echando la cabeza hacia atrás y con la boca abierta.

Me río. Y redescubro con asombro el chispeante cosquilleo de una risotada naciendo en mi pecho. Intento recordar cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que escuché el sonido cantarín de una carcajada mía. Demasiado.

-Vale, admito que yo soy disciplinada, pero las de las ideas soy vosotras, de modo que soy toda oídos- respondo mirando principalmente a Sara, cuya creatividad me resulta asombrosa.

Se siente aludida. Enrojece ligeramente, creo que halagada.

- Tenemos que encontrar un método para romper con los bloqueos de cualquier tipo que nos impiden avanzar. No solo para que tú empieces de cero, yo también me apunto. En tu caso necesitas una nueva línea de salida en el ámbito de lo afectivo, en el hogar.
 Yo, en cambio, necesito romper con la servidumbre que supone no haber dirigido correctamente mi camino en el aspecto profesional- calla un tanto apesumbrada- Hasta ahora.- Y vuelve a sonreir.

Miramos a Elena al unísono. Nos devuelve la mirada a ambas alternativamente, yergue el busto y se pellizca a la altura de la cintura.

-Mi nombre en grande en esa lista por favor- añade con su habitual sorna- ¿Hace falta que mencione cuál es mi necesidad de cambio?-

Va a salir bien, seguro. Es imposible que todo este entusiasmo y energía surjan en vano.
 Por primera vez en mi vida no tengo preparado un plan detallado y, sin embargo, me encuentro confiada.
Porque no estoy sola.