“Cada fracaso enseña al hombre algo
que necesitaba aprender”
(Charles Dickens)
- ¿No sigues con la dieta?- pregunta
Sara y en su voz intuyo un poso de desilusión.
Sería fácil mentir. Contentarla.
Fingir que todo va estupendo y que estoy encantada de la vida. Pero
no. No voy a engañar a nadie, y menos a mí misma.
- Sigo, sí, pero sin ilusión...un día sí y dos no- comparto con ellas- Lo intento. Os aseguro que lo intento. Pongo en práctica todos los trucos que planeasteis para mí: Lo tomo como un juego. Pienso en esa recompensa que, espero, tengáis ya preparada- nos reímos mientras asienten con la cabeza- Me bombardeo con afirmaciones positivas. Intento autoconvencerme de que es lo mejor para mí, de que es la base para lograr una vida sana. Pero en vano- Resoplo.
Lanzo una mirada implorante. Espero que me contesten. Espero que alivien esta sensación de fracaso que me corroe por dentro. Porque yo sola no puedo...
-Quizá es que no estás siguiendo la
dieta adecuada- aventura Irene con cautela- cuanto más personalizado
es un régimen, mayor es su eficacia-
-Claro- secunda Sara- Elige de la comida que puedas comer, la que más te guste. No solo tienes que comer pescado hervido. Hay recetas dietéticas muy apetitosas-
No me entienden. No se trata de la comida. Es una cuestión de actitud. Se lo digo.
- No es eso, conozco todos los
regímenes del mundo: los personalizados, los generales, los que
están de moda y las dietas milagro...- suspiro- He acudido a
nutricionistas y centros para adelgazar. Siempre me pasa lo mismo:
Comienzo entusiasmada, no existe en mi vida nada más que la dieta,
pero a medida que transcurren los días me impaciento, pierdo fuelle
y me invade el desánimo-
Me callo. Me cuesta reconocer que me
afecta. Intento seguir con mi vida como si no me importara nada, como
si yo estuviera por encima de esas cosas. Sin embargo en el fondo lo
considero un pequeño, o no tanto, fracaso.
Irene y Sara esperan. Sigo hablando:
- Es entonces cuando comienzo con los
excesos. Al principio son algo puntual, luego pasan a ser más
frecuentes y finalmente vuelven a ser parte de mi rutina diaria-
- Si algo estoy aprendiendo de vosotras
es que los excesos no son malos en sí- afirma Irene rotunda con una
sonrisa radiante- Da igual que sea un grito o un pastel, a veces lo
necesitamos. Piensa en cualquier proceso largo que emprendas en la
vida como recorrer un camino. No pasa nada por sentarse un rato a
descansar, lo que hay que aprender es a levantarse después y seguir
caminando.-
Irene enrojece un poco a causa del discurso que acaba de soltar, en el que empieza a creer.
- Sí, sé que tienes razón- le
respondo- pero dónde o cómo puedo aprender a tener esa constancia
que me ayude a continuar por el camino. En mi caso, cuando me invade
el desánimo, abandono todo sin aparentes remordimientos y me embarco
en algún otro proyecto que aplaque mi sed de entusiasmo.-
Me está sentando bien compartirlo con
ellas. No sé, tengo la impresión de que no me juzgan, ni tan
siquiera Irene. Por eso me resulta fácil sincerarme. Recuerdo todos
mis proyectos abandonados a la mitad y sigo, esta vez con una
sonrisa:
- Cuando empiezo algo, no importa que
sea una dieta o un curso, inmersa en mi entusiasmo inicial me procuro
todo tipo de material relacionado con la nueva actividad. Me equipo
de arriba a abajo aun antes de haber comenzado, sin saber si voy a
seguir. Así tengo los armarios llenos de libros de dietas, botes de
productos para régimen a medio utilizar, cuadernos casi vírgenes,
manualidades sin acabar, cremas anticelulíticas recién empezadas...
Barbie kits los llamamos en mi casa- Se ríen- Mi última adquisición
es el pack de macrobiótica: un libro, algas, miso orgánico...-
-¿Te has vuelto macrobiótica?-
pregunta Sara interesada.
-Lo fui durante cuatro largos días-
respondo. Se vuelven a reír.
-Bueno, tú piensa que si un día
sientes la irrefrenable necesidad de aplicarte crema anticelulítica
a las dos de la mañana, no tienes que buscar una farmacia de
guardia, la tienes ya en casa- apostilla Irene en el mismo tono
jocoso.
A veces tengo la sensación de que
oculto con el humor mis verdaderos sentimientos. Creo que me río de
los problemas en vez de padecerlos o afrontarlos. Sé que es bueno
desdramatizar, pero tal vez algún día me convenga enfrentarme a
pecho descubierto con el dolor. No sé.
Interviene Sara:
- Igual es que no aceptas las emociones
negativas. Disfrutas tanto del entusiasmo mientras dura, que cuando
comienza a disminuir, corres a buscar algo diferente que te
proporcione la misma emoción. Un poco como las personas que son
adictas al enamoramiento y pasan de pareja a pareja sin que madure
nunca la relación-
Tiene sentido.
- Como te he dicho antes,- continúa
Irene- si estás desanimada, es el momento de sentarse. Pero no de
dar marcha atrás y regresar al principio. Cuando hayas descansado
sigue por el mismo camino. Tienes que utilizar la constancia-
- Eso es- añade Sara- Yo también creo
que la solución es integrar el desánimo en tu vida más que huir de
él. Comprender que es un estado pasajero, no un fin absoluto. Y,
aunque en esos momentos te parezca que todo lo que haces no da
resultado, recuerda el cuento de las ranitas
Te comprendo perfectamente. Me identifico contigo, ¿ya sabías que eso tiene un nombre? Personalidad "de sierra". Subes y bajas, subes y bajas... Un beso
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu aportación. Si es que todos los días aprendemos algo... Un beso para tí también.
Eliminarcuanto más leo, mas disfruto de estas "tres", y seguro que algo
ResponderEliminaraprenderé.
después de leer esto, a veces, sólo a veces, miro a la gente que me rodea e intento entender por qué actúan como actúan.
y me doy cuenta de que no tengo que entenderlo, sólo respetarlo
pero soy capaz?
El simple hecho de sentir eso te capacita totalmente. No lo dudes. Y, por supuesto, aunque el logro no sea total tomar conciencia de ello ya es un gran triunfo. Confío en tí y lo sabes. Un besazo.
EliminarEs curioso cómo las apariencias engañan. Elena la feliciana se atormenta también. Me encanta cómo Irene se está tolerando cada vez más. Es una gozada ver cómo se complementan y ayudan. Son unas privilegiadas por tenerse mutuamente...
ResponderEliminar(Y nosotros por tenerte a tí. Gracias.)
No hay que fiarse de las apariencias...jejeje. Creo que todos tenemos algún cadaver en el armario. Algunos lo enseñan, otros no. Muchas gracias a tí por escribir.
Eliminar¡Uy! acabo de descubrir que soy Elena, jajaja. Reivindico los Barbie Kits como nueva forma de inversión.
ResponderEliminarMe parece que hay muchas Elenas por ahí...jajaja. Sí, los Barbie Kits son una forma fácil de invertir los ahorros, jeje
EliminarGenial lo de los Barbie Kits, pero qué me decís de la rana repostera.....
ResponderEliminarJajaja, mantequilla para hacer pasteles...
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