domingo, 16 de junio de 2013

El Final: Irene




Ya son más de  las siete y Elena no baja. Llamo al timbre de su casa y oigo cómo descuelga, pero en vez de su voz, suena el inequívoco zumbido de apertura de la puerta. Eso significa que todavía no está preparada…
Respira hondo, Irene…, Otra vez, mejor…
Es extraordinariamente significativo cómo algo tan cotidiano como respirar puede serenar el principio de una oleada de ira destructiva diluyéndola en pequeñas notas de sano cabreo…

¡Qué orgullosa me siento de mí misma! ¿Cómo iba a imaginar en mis momentos más bajos, cuando Ángel se marchó, que tan solo tres meses después iba a encontrarme así de satisfecha, tranquila, casi feliz?…

Ha sido un trayecto, este último tramo de mi vida, duro pero gratificante.
He tenido que aprender a pedir con humildad y a recibir con agradecimiento. Porque he pedido mucho, sí: Tiempo a mi familia y a Ángel para que me apoyen con el niño. Favores a mis compañeros de trabajo. Paciencia a mis amigos. Ayuda para lidiar con mis emociones a Sara y Elena…
Y no me ha importado. He sido sincera en mis demandas y no he percibido ni lástima ni superioridad en las actitudes ajenas. Vuelvo a creer en las personas.

Estoy convencida de que Elena y Sara han sido imprescindibles para mí en esta etapa de mi vida que hemos comenzado juntas. Me han aportado alegría, entusiasmo, herramientas para seguir adelante y, sobre todo, la capacidad de valorarme por cómo soy, no por lo que pueda llegar a conseguir…

Admito que soy una controladora y que, probablemente, vaya a serlo el resto de mi vida. Sin embargo, en estos momentos veo que soy capaz de suavizarlo.

No tengo por qué renunciar a conseguir mis objetivos, no obstante, puedo disfrutar de mi camino  mientras llega, o si llega, el momento.

Poseo a mi favor una gran disciplina que me ayuda en uno y otro sentido e incluso soy capaz, en algunos momentos, de dejarme mecer ( y a veces vapulear) por la vida.

Todo eso he conseguido…

He llegado. Salgo del ascensor y me acerco hacia la casa de Elena. Antes de poder pulsar el timbre se abre la puerta y asoma Elena con una sonrisa radiante. Me desarma…

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