miércoles, 14 de marzo de 2012

El Viajero y El Turista


 “Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos

                                              (Fernando Pessoa)


-Me gustaría escaparme unos días con mi marido, los dos solos, porque dentro de poco es mi aniversario. Tú que entiendes del tema, ¿qué me aconsejas?- me aborda Irene nada más sentarnos.

Uy. Pregunta peliaguda. Con lo personales que son los viajes. Y los destinos.

-Depende de lo que busques- empiezo sin involucrarme demasiado.

-Algún lugar que no esté muy lejos, porque solo podemos ir cuatro o cinco días. Algo que tenga sitios para ver, y para hacer alguna comprita- sonríe- Una capital europea, por ejemplo.-

-¿Qué tal París?- aventura Elena.

Pienso, como ella, que París es una ciudad perfecta para Irene. Elegante, sofisticada y muy manejable. La veo con toda claridad paseando por sus amplias avenidas y tomando café en sus terrazas...

-Ya hemos estado, y no nos gusta repetir. Preferiría algún sitio nuevo- objeta.

-Yo he estado en Roma hace poco con mi marido- comparto- Roma siempre es una buena opción.-

-¡Roma!- se entusiasma Irene- ya he estado, pero hace muchos años de ello. Fui de viaje de fin de curso. Volver con Ángel sería divertido, porque él no conoce la ciudad. Me gusta la idea.-

-Yo también estuve con Iñaki hace un par de años. Me encanta Roma. Sus plazas, sus iglesias, sus trattorias...- interviene Elena riéndose.

-Como os he comentado, yo estuve hace poco, pero también conocía la ciudad. Fui con una amiga cuando era jovencita, e hicimos un Interrail por Italia.-

-¿Qué es eso de Interrail?- pregunta Irene con curiosidad.

-No sé si seguirá existiendo- explico- Era, o es, un billete de tren abierto con el que podías viajar a través de varios países europeos.
Recuerdo que recorrimos Italia de norte a sur, de Génova a Sicilia.- Aspiro hondo intentando recuperar algún aroma perdido de hace más de quince años- ¡Vaya viaje! Creo que fue uno de esos viajes iniciáticos en los que se forjan las grandes amistades. Lo imagino como una aventura en la que descubrimos, como solo se puede descubrir con veinte años, el significado del concepto de Libertad.-

Nos callamos. Cada una inmersa en su propia libertad interior. Por primera vez desde que nos hemos sentado escuchamos la música.

Hay veces en que creo que me explayo demasiado expresando mis sentimientos e intentando que nadie se guarde dentro sus emociones. Lo que ocurre es que durante demasiado tiempo han estado reprimidos y ahora necesitan levantar el vuelo...

-¿Viajasteis dos chicas solas?- pregunta una jocosa Elena- Vaya éxito con los italianos, ¿no?-

Sonrío para mis adentros porque retrocedo casi veinte años en el tiempo y me veo sentada en el suelo del pasillo de un atestado tren camino de la Sicilia profunda. Y nos veo recorriendo las calles más sórdidas de Nápoles en compañía de unos guapos napolitanos. Veo otro tren lleno de atentos militares camino de Roma. Rememoro un camping cochambroso muy muy lejos del centro de Florencia, pero que, a cambio de la incomodidad y la lejanía, nos ofrecía unas maravillosas vistas de los atardeceres sobre la ciudad. Recuerdo un último tren, llegando a Venecia, que parecía que flotaba sobre las doradas aguas en el amanecer del Gran Canal.

Nos recuerdo fumando en el metro, bebiendo agua con gas, lanzándonos al agua desde la rocosa bahía de Taormina, y tomando vino con viajeros iguales que nosotras. Pero sobre todo, nos recuerdo riendo, riendo a carcajadas, riendo sin cesar.

A menudo creo que regreso demasiado al pasado con el propósito de pasearme por la indolente sensación de libertad de entonces. Vuelvo para recrearme experimentando la impresión de eternidad, de alegre despreocupación de los veinte años. Mi paraíso perdido...

Regreso al presente justo en el momento en que Irene vuelve a hablar:

-Decidido. Va a ser Roma-

-Me muero de envidia: esa pizza, ese tiramisú, esos helados...- bromea Elena señalando su infusión.


-Estupendo- vuelvo a la conversación- Tienes vuelos muy baratos desde Bilbao. Unos 45 euros ida y vuelta según el día. Y, si quieres, te puedo pasar la dirección del alojamiento en el que estuvimos nosotros, era muy céntrico, y estaba genial...-

Me involucro del todo. Es superior a mí. Organizar un viaje me pone.

-No, no- interrumpe Irene- Iremos en viaje organizado. A mí no me gusta viajar por mi cuenta, me parece que se pierde demasiado tiempo decidiendo temas que pueden ir bien atados ya desde aquí.
De esta manera además, aunque el hotel no esté del todo céntrico, se ocuparán de acercarnos hasta los lugares de interés. Creo que es la manera más eficaz de optimizar el tiempo.
 En la agencia se ocuparán de sacar las entradas de los monumentos y de reservar mesa en los restaurantes. Así el tiempo cunde mucho más y en pocos días se puede visitar lo principal de la ciudad.-

Viaje organizado. Mi peor pesadilla. Pero me callo, porque aunque no sea de mi agrado no significa que sea peor que lo que a mí me gusta. Solo diferente.

Es su viaje. Porque es su personalidad. Irene es práctica. Y punto.

6 comentarios:

  1. Tendrían que hacer un viaje juntas estas tres...

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  2. ¡Irene se nos va a Roma! A ver que cuenta...

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    1. Seguro que a la vuelta nos cuenta algo...Igual nos trae un souvenir y todo.

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  3. Fue el mejor viaje sin duda. Me he reído a carcajadas mientras leía. Yo también vuelvo al pasado para recordar aquellas sensaciones. Me encanta. Gracias por contarlo así...¡tan bonito!

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    1. No sé si el mejor, pero desde luego fue el primero de los Grandes Viajes. Gracias a ti por haber estado allí.

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