miércoles, 28 de marzo de 2012

La Roma de Sara


“La mitad del romanticismo del viaje no es otra cosa que una espera de la aventura”

                                                (Herman Hesse)




- Comparto mucho de tu forma de viajar- comienza Sara mirando a Elena- Eso sí, yo antes de salir me documento, me informo, investigo exhaustivamente...- Se ríen las tres.

-A mí me entusiasma preparar un viaje- prosigue Sara- Desde que Google entró en mi vida para quedarse, pocas veces he pisado una agencia.
Husmeo por el ciberespacio como un sabueso a la caza de un hueso. Visito foros de viajes, blogs en los que se cuentan experiencias en primera persona, y buscadores donde encuentro los viajes más económicos... No dejo ningún rinconcito por explorar.

Además de que, generalmente supone un ahorro económico, me encanta porque constituye una manera de viajar antes de que comience el verdadero viaje. Una forma de sumergirme con la mente y la emoción en las ciudades que voy a visitar.
Para mí la aventura no comienza en el momento en que salgo de casa, sino desde que empiezo a imaginar el destino, y por supuesto, soy yo la que organiza todo. ¡Nadie se atrevería a privarme de ese placer!

Si tuviera que describir mis viajes, diría que son algo así como una aventura planeada que siempre se desmadra de forma espontánea.

El viaje a Roma que hicimos hace poco lo comencé a preparar con meses de antelación. Busqué un vuelo barato desde Bilbao en EasyJet. Encontré en el buscador Rumbo un súper chollo para un alojamiento maravilloso y muy céntrico que en realidad era bastante más caro.
 Después planeé una hoja de ruta. Algo que, por supuesto, luego obviamos- sonríe con melancolía.

-Una vez superados los preparativos teóricos, llega la hora de comenzar con los prácticos.

Entre mis manías,- se ríe un poco avergonzada, pero con ganas de compartirlo- se encuentra una que comenzó siendo una costumbre y con el tiempo se ha ido convirtiendo en algo imprescindible.
Cuando preparo el equipaje, siempre escucho la canción “Total Eclipse of the Heart” de Bonnie Tyler.


Me transmite toda la sensación de libertad que necesito a la hora de emprender un viaje.- Se justifica con un gesto soñador.

-En cuanto a Roma... ¡Qué decir que no se haya dicho ya! Yo estoy totalmente de acuerdo con Elena en que cada uno tiene su concepto de goce en la vida. Es extrapolable a los viajes. Por lo tanto estoy convencida de que cada uno debe encontrar su propia ciudad dentro de la que visita, y disfrutarla.

Como os he contado, yo investigo, conozco perfectamente la ciudad antes incluso de llegar. Tengo la impresión de que ya he visitado lo fundamental, de esa manera, una vez allí, hago como Elena: de lo más representativo elijo lo que me apetece. Así vagabundeo, curioseo, intento encontrar tesoros ocultos y nunca cumplo con el plan establecido.

Tengo la inmensa suerte de que Aitor es como Elena- añade- Disfruta sean cuales sean las circunstancias, así que se deja llevar con agrado.
Nos encanta perdernos en las ciudades. Guardar el mapa y callejear sin rumbo dejando que nos guíe la intuición. La mayor parte de las veces el instinto no es suficiente y tenemos que preguntar. Sin embargo hay ocasiones en las que nos encontramos con rincones maravillosos.

En Roma, además, eso es francamente sencillo. En cualquier esquina fuera de los circuitos más turísticos te puedes encontrar con una pequeña iglesia que alberga, casi en secreto, un maravilloso retablo o alguna pintura especialmente emocionante. Puedes sentarte en una plaza desierta, lejos del bullicio de los grupos de turistas y saborear un helado casero contemplando vestigios de la época romana. Es posible encontrar un mercado tradicional y sumergirte en el ambiente gritón y exagerado de los italianos.
Yo también suscribo el paseo por las orillas del Tíber. Es algo impagable, y las vistas increíbles.
 Si te sirve de consuelo,- añade mirando a Elena- en mi primer viaje a Roma tampoco visité el Vaticano.
Era joven y alocada y mi Roma de entonces tenía otras prioridades- se ríen las tres.
- Eso sí, en esta visita, para compensar, he subido hasta el punto más alto de la cúpula. ¡Todavía tengo agujetas! Y ¡qué claustrofobia!

Has de saber- se dirige a Irene- que parte de la subida discurre por unas empinadas escaleras que rodean las paredes de la cúpula. Por lo tanto son muy estrechas e inclinadas. Añádele el handicap de que, frecuentemente, están atestadas de turistas- Sara frunce el ceño
- También es verdad que las vistas compensan el esfuerzo. Llegué arriba casi sin resuello, pero sentí un poderoso deseo de gritar con todas mis fuerzas. Reprimí mis impulsos por respeto al lugar y a las personas que me rodeaban, pero en verdad me sentí casi omnipotente, con la ciudad y sus habitantes bajo mis pies...

Por supuesto- se anima- uno de los reclamos de Roma, como bien cuenta Elena, es la comida.

Cualquier restaurante que esté a una distancia razonable del centro turístico va a ofrecer muy buena calidad y un precio estupendo, pero estoy con Elena en que en el trastévere hay locales con unos menús para chuparse los dedos.

Recuerdo una trattoria en concreto, en la que el padre del dueño ejerce de improvisado relaciones públicas. Fue guía turístico y domina varios idiomas, así que la comunicación no fue en absoluto un problema. Era un sitio estupendo y la velada fue maravillosa - Sara suspira.-

-En fin, lo que yo saqué en claro es que dentro de la Roma monumental, de la ciudad carísima plagada de tiendas de diseño, palpita la que, para mí, es la auténtica Roma eterna. La que me emociona...

10 comentarios:

  1. Ya van dejándose hablar las unas a las otras, y además se escuchan...¡Qué majas!

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    1. ¡Uy,no sé yo! Ahora están monologando. Cuando empiecen a conversar de nuevo ya veremos...

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  2. ¡Hacía años que no escuchaba esa canción! ¡Gracias por ponerla, me encanta!

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  3. gracias por darme alas para volver a soñar y recordar, me están entrando unas ganas de volver a roma...

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    1. Gracias a ti porque de eso se trata.Si en ocasiones lo consigo me alegro enormemente.

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  4. Me ha gustado mucho. Yo no he estado en Roma, pero me muero de envidia.

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    1. Muchas gracias.La verdad es que cualquier sitio, incluso los más cercanos y conocidos, merecen la pena si se miran con nuevos ojos.

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  5. ¡Qué chulo! Estaría bien que hicieses lo mismo con otras ciudades.

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